Jesús Pacheco Araujo nació el 8 de junio de 1934 en Trujillo, Venezuela, y falleció el 27 de agosto de 2024 en Weston, Florida, EE. UU. A lo largo de su vida, Jesús se destacó como ingeniero civil, ganadero y piloto, pero sobre todo, como un ejemplar esposo y padre de familia.

Un amante de la naturaleza, Jesús encontraba su escape favorito montando a caballo. Los domingos en familia eran momentos que llenaban su corazón de alegría, y su pasión por el sudoku le proporcionaba un desafío mental que disfrutaba. Su mano hábil para las plantas hacía que cualquier especie floreciera bajo su cuidado. Entre sus placeres, el fútbol en televisión, el dominó y el periódico ocupaban un lugar especial en su rutina diaria.

La gastronomía también tenía un papel importante en su vida. Jesús disfrutaba de arepas rellenas de queso, aguacate, perejil y sardinas, así como de un buen SPAM frito. Las sopas y un espresso macchiato wet eran sus favoritos, y su debilidad más dulce siempre fue un gelato.

Músico de corazón, Jesús era un ferviente admirador de Reinaldo Armas y Simón Díaz, y no había fiesta familiar o reunión con amigos donde no se dejara llevar por el ritmo del joropo, salsa, merengue o bachata. Su habilidad para bailar lo convertía en un protagonista en cada evento.

Jesús era conocido cariñosamente como "El Gato Pacheco" y, aunque su apariencia podía parecer seria, aquellos que lo conocían bien sabían que, tras su carácter firme, se escondía un hombre generoso y lleno de humor. Su convencimiento de que el Mentolatum podía resolver cualquier malestar era un reflejo de su carácter optimista. A pesar de su amor por la tecnología, siempre recurría a varios tutoriales de YouTube antes de arreglar cualquier problema en su computadora.

Lo que más atesoraba en la vida era su esposa Gladys, quien fue su gran amor y compañera. Juntos tuvieron cuatro hijos: Trina María, Jesús Antonio, María Gabriela y Juan Manuel, y disfrutaron de la compañía de sus siete nietos: Valentina, Luciano Atilio, Ximena María, Elías Antonio, Jacobo Manuel, Norah Elizabeth y Camila Isabel. Jesús siempre se sentía orgulloso de las graduaciones de su esposa e hijos, y su generosidad lo llevó a ser un pilar de apoyo incondicional para quienes lo rodeaban.

Venezuela, con sus paisajes llanos y montañas, ocupaba un lugar especial en su corazón. Aunque las circunstancias lo llevaron a residir en EE. UU., siempre albergó el deseo de mudarse a España y explorar sus raíces. Sus días estaban llenos de pasión por el fútbol, siendo un fiel seguidor del Real Madrid y de la selección Vinotinto y, aún desde la distancia, fiel fanático de su equipo de béisbol, los Tiburones de La Guaira.

Jesús Pacheco Araujo dejó una huella imborrable en la vida de quienes lo conocieron, recordado no solo por su fortaleza, sino por la grandeza de su corazón y su inquebrantable espíritu familiar. Su legado de amor, generosidad y alegría perdurará en la memoria de su familia y amigos.